¿Cómo afecta la microbiota intestinal a nuestra salud?

¿Cómo afecta la microbiota intestinal a nuestra salud?

Normalmente asociamos los microorganismos con enfermedades pero la verdad es que nuestro cuerpo contiene trillones de bacterias, hongos, levaduras y virus. Escucha esto, tenemos más genes de estos microorganismos que nuestros propios. Y muchos de ellos, lejos de causar enfermedades, juegan un papel muy importante sobre nuestro sistema inmune, peso y otros. ¿Quienes saber cómo puede afectar nuestra microbiota intestinal a la salud?

¿Qué es la microbiota intestinal?

Llamamos microbiota al conjunto de microorganismo que viven en nuestro cuerpo. La microbiota intestinal, o lo que comúnmente llamamos flora intestinal, son los que colonizan nuestro intestino.

Los microorganismos que componen la microbiota intestinal viven principalmente en el colon y está compuesta por bacterias, hongos, levaduras y virus; aunque las bacterias son las más estudiadas y en las que se suelen basar la mayoría de estudios.

Siempre asociamos la función del intestino a la digestión de alimentos, absorción de nutrientes y eliminación de toxinas, sin embargo, gracias a estos microbios, su función va mucho más allá, siendo responsable tanto de nuestra salud física, como mental y emocional. En general, de nuestro bienestar.

¿Cómo afecta la microbiota intestinal la salud?

La verdad es que el conocimiento actual sobre la microbiota intestinal es muy limitado, sin embargo, su importancia es clara. Fallos en la microbiota pueden provocar condiciones como acné, fatiga crónica, autismo, asma, artritis, enfermedades autoinmunes, dolores de cabeza o fibromialgia, sin necesidad de causar ningún problema digestivo. Por eso es difícil asociarlos.

Para que nuestra microbiota intestinal se considere sana tiene que presentar gran diversidad de especies y esta diversidad está muy asociada a nuestra alimentación. Si esto no es así pueden darse las siguientes situaciones:

  • Disbiosis: pocas bacterias o un desequilibrio donde el número de bacterias “malas” es mucho mayor que el de “buenas”. Varía dependiendo de la alimentación que tengamos en cada momento. Se ha relacionado con la enfermedad de Crohn, síndrome de intestino irritable, cáncer de colon, colitis ulcerosa, autismo, Parkinson y obesidad.
  • Permeabilidad intestinal: daños en la mucosa. La microbiota es la primera línea de defensa del intestino, seguido por la mucosa intestinal. Esta permite la absorción de nutrientes y se encarga de bloquear los patógenos. Si las bacterias no obtienen de nuestra alimentación la comida apropiada (fibra y almidón resistente), terminan por comerse la mucosa, dañando las células que componen la barrera y permitiendo el paso a patógenos. Está relacionada con el síndrome del intestino irritable y la enfermedad intestinal inflamatoria.
  • Sobrecrecimiento en intestino delgado: las bacterias se encuentran principalmente en el intestino grueso, concretamente en el colon. En este caso, existe una proliferación de bacterias en el intestino delgado, que puede causar gases y algunas deficiencias.

Aumento de peso

Un desequilibrio entre la cantidad de bacterias buenas y malas puede generar un aumento de peso. Un estudio con gemelos comprobó que la microbiota entre una persona obesa y su gemelo, que no lo era, eran completamente distintas. No es que engordemos por genética, como muchas veces se dice, sino que nosotros mismos alteramos nuestros genes (o los de nuestras bacterias) con nuestros hábitos de vida.

En otro estudio se vio que al trasplantar la microbiota del gemelo obeso a ratones, estos tendían a engordar mientras que los trasplantados con la microbiota del otro gemelo no, a pesar de llevar exactamente la misma alimentación. A raíz de estas observaciones se están desarrollando los transplantes de heces para tratar la obesidad.

Sistema inmune y respuesta inflamatoria

Las bacterias que componen nuestra microbiota intestinal compiten con los patógenos por espacio y comida. Si las bacterias buenas se lo están comiendo todo, no dejan nada para las otras y mueren. Además, cuando las bacterias del intestino detectan patógenos activan una respuesta inmune en las células epiteliales. Si la microbiota no está bien, esta comunicación no funciona y no se activa esta forma de protección. Esto hace que se sea mas susceptible a infecciones. Si la comunicación existe pero no es buena es cuando pueden aparecer enfermedades autoinmunes (enfermedad celíaca y otras alergias o intolerancias) porque se le envía a los glóbulos blancos el mensaje erróneo, lo que también causa inflamación.

Además, las proteínas que fabrican las bacterias malas son las toxinas que se han relacionado con algunas enfermedades como el autismo o el Parkinson. Estas toxinas además causan inflamación y resistencia a la insulina.

El intestino, nuestro segundo cerebro

Seguro que alguna vez has oído que el intestino es nuestro segundo cerebro. Esto se debe a las numerosas conexiones nerviosas que presenta. A parte del cerebro, es el único órgano con su propio sistema nervioso, teniendo incluso más neurotransmisores que el cerebro. Esto hace que nuestra salud intestinal esté fuertemente conectada con cómo nos sentimos y las decisiones intuitivas que tomamos. Y es que utilizamos expresiones como “tener mariposas en el estómago”, “tener un nudo en la garganta”, “sentir un vacío en el estómago” por una razón. Si estamos nerviosos podemos sentir nauseas, si nos dan una mala noticia se nos puede quitar el hambre. Estas cosas no están en nuestra imaginación. El estrés puede modificar las contracciones intestinales y empeorar la inflamación.

Esta conexión entre intestino y cerebro es recíproca. Nuestros pensamientos y emociones pueden causar problemas en el intestino pero problemas en el intestino pueden afectar cómo nos sentimos. De esta forma, algunos problemas intestinales pueden ser tanto el síntoma como la causa de estrés, ansiedad o depresión.

Cómo influye nuestra alimentación en la microbiota intestinal

La alimentación tiene un papel muy importante en la salud de nuestra microbiota intestinal, ya que cada bocado que ingerimos la modifica. Si nuestra alimentación es rica en comida basura, alimentos ultraprocesados, harinas refinadas, alcohol, azúcar, edulcorantes, mucha grasa y proteína animal, tomamos medicaciones o sufrimos de estrés, estamos favoreciendo el crecimiento de bacterias malas en el intestino, pues es de lo que les gusta alimentarse a este tipo de microorganismos.

Si, en cambio, nuestra alimentación es rica en fibra y almidón resistente, probióticos, grasas saludables, alimentos fermentados y, en general, alimentos reales e integrales, que es de lo que se alimentan las bacterias buenas, estas van a proliferar y tendremos una microbiota saludable.

Las dietas de eliminación se basan en esto. Eliminan durante unas semanas las comidas que alimentan a las bacterias malas para darle al intestino la oportunidad de repararse y equilibrar la microbiota. De esta forma, al reintroducir estos alimentos puede verse si se tiene sensibilidad a alguno de ellos y si sería apropiado eliminarlo o reducirlo en nuestra alimentación.

Espero que esta entrada te haya servido para entender el papel fundamental que nuestra microbiota intestinal juega sobre la salud y cómo podemos cuidarla con nuestra alimentación y estilo de vida.

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