Viajes: 4 días en Manchester y Edimburgo

Viajes: 4 días en Manchester y Edimburgo

Pasada la Semana Santa, aquí te traigo otra escapadita en la que cogí, por primera vez en mi vida, un avión sola y me planté en Manchester para visitar durante un par de días a una amiga que está de Erasmus allí y aprovechamos antes de volver a España juntas para pasar dos días en Edimburgo.

Día 1

Llegué a Manchester muy pronto por la mañana y mi amiga fue a recogerme al aeropuerto. Nada más bajar del autobús que nos llevó a la residencia en la que vive, para dejar mis cosas, reparé en algo muy curioso: los semáforos de los peatones no estaban al otro lado del paso de cebra, sino a tu lado, lo que me pareció muy poco práctico porque casi no los ves. En el centro de la ciudad sí que están en frente pero cuando llevas allí un par de minutos entiendes por qué no importaría que estuviesen poco visibles.

Nadie hace caso a los semáforos.

Es que ni se molestan en darle al botón para que se ponga verde, simplemente se lanzan a la carretera cuando les parece. Llegó un punto en que llevábamos un buen rato esperando con un grupo de gente porque no dejaban de pasar coches hasta que descubrimos que nadie le había dado al botón. Esto puede pasar en España porque no te des cuenta, allí pasa porque nadie tiene ninguna intención de hacerle caso.

Catedral St Giles, Manchester / naturallynatalia.net

Tras dejar las cosas en la residencia, volvimos a coger el autobús hasta Piccadilly para dar un paseo por el centro. Entramos en la Catedral y en la Biblioteca John Rylands, que tenía una exposición sobre la Masacre de Peterloo, y vimos mucho catalán porque esa tarde jugaba el Barça contra el Manchester United y estaba la ciudad hasta arriba de gente con bufandas azulgranas.

Después de comer vimos el Ayuntamiento y el hotel Midland, que, curiosamente, a Hitler le gustaba tanto que cuando los alemanes fueron a bombardear Manchester, ordenó que el hotel no sufriese ningún daño. Continuamos por Chinatown, el Gay Village y el parque Sackville Gardens, donde se encuentra la estatua de Alan Turin, padre de la informática. Por último subimos al 20 Stores, un edificio que en lo alto tiene una especie de pub/restaurante muy elegante y muy caro, pero al que se puede entrar gratis para disfrutar de unas espectaculares vistas de la ciudad.

Manchester / naturallynatalia.net

Día 2

No me voy a extender mucho en este día porque hicimos un tour gratuito que nos llevó a los mismos sitios que el día anterior, solo que esta vez lo tuvimos todo bien explicado. Al terminarlo, y antes de comer, paramos en Afflecks, un curioso mercado cubierto, de cuatro plantas donde puedes encontrar negocios de ropa, música, artículos de segunda mano, artesanía… y merece la pena visitar por todas las cosas, llamémoslas ‘originales’, que puedes encontrar allí.

parque Sackville Gardens, Manchester / naturallynatalia.net

Manchester, a pesar de ser muy bonita, no tiene mucho que ver, así que dedicamos la tarde a ver algunas tiendas y comprar souvenirs. Yo considero al Primark poco menos que visita cultural y me aseguro de entrar en todas las ciudades que visito para ver si existen diferencias destacables entre unos y otros. Por supuesto, siempre con un fin instructivo. Fue aquí donde mi brillante lógica dictó que como recuerdo de Manchester, nada mejor que un pijama de Juego de Tronos (porque la historia de Juego de Tronos está inspirada en la Guerra de las Rosas, que fue entre los Lancaster/Lannister y los York/Stark y Manchester fue una vez parte del condado de Lancashire. ¿Qué? ¿Pensabas que estaba siendo sarcástica?). Dicho esto, tendría lógica que el pijama hubiese sido de la casa Lannister, pero yo soy simpatizante de los Stark. Ya sabes, porque son honorables, tienen un castillo guay y adorables bestias asesinas como mascotas y que, siendo honestos, si viviese en los Siete Reinos de Poniente, probablemente la palmase en la primera temporada.

Nota: cuando leas esto, la Batalla de Invernalia ya habrá ocurrido, así que existe la posibilidad de que los Starks se hayan quedado sin castillo y que mi personaje favorito, Theon Greyjoy, que también es un poco Stark, haya muerto, y ahora esté hecha una bola llorando, con el único consuelo de que Sansa acabe sentada en el Trono de Hierro.

Día 3

Muy temprano pusimos rumbo a Edimburgo, que se encuentra a unas tres horas en tren de Manchester. Nuestro apartamento de Airbnb se encontraba en la zona de Haymarket, un área absolutamente recomendada para hospedarse si visitas la ciudad, pues es muy bonita y se encuentra tanto cerca de la Old Town, como de la New Town. Se puede ir perfectamente andando pero también está muy bien comunicada por autobuses y tiene una estación de tren al lado.

Esa mañana cogimos otro tour para que nos enseñase los puntos más importantes de la ciudad. Salimos desde la Royal Mile, donde, entre otras, vimos la plaza del Ayuntamiento donde está la estatua de Alejandro Magno y la Catedral de St Giles, Victoria Street, que es la famosa calle de las casitas de colores, la plaza de Grassmarket, el Cementerio Greyfriars y la estatua del perrito Bobby.

Una cosa curiosa de Edimburgo es que no tratan los cementerios como algo tétrico, sino casi como parques y puedes encontrarte allí gente leyendo, haciendo picnic o incluso niños jugando. Y eso que el Greyfriars es uno de los puntos en todo el mundo con mayor casos de efectos paranormales en torno al panteón de George MacKenzie, que, según nos explicaron, es básicamente un poltergeist con mala leche y muchos de los que entran a su panteón aparecen al día siguiente con marcas y heridas que no saben cómo se han hecho. Yo no soy de creer en estas cosas, pero tampoco me acerqué, por si acaso.

Royal Mile Edimburgo / naturallynatalia.net

El tour estuvo muy interesante y el guía nos contó cosas muy curiosas, como qué llevan los escoceses bajo el Kilt (si te lo estás preguntando, un buen escocés no lleva nada, aunque se le permite llevar los calcetines tan largos como quiera para combatir el frío).

También nos recomendó fervorosamente que probásemos el plato tradicional de Escocia: los Haggies, que es básicamente una mezcla de corazón, pulmones, hígado y corazón de oveja con cebolla y harina que se cocina dentro de una bolsa hecha con el estómago y a la que se le añaden una barbaridad de condimentos y especias, supongo que, porque si no, no habría quien se lo tragase. Yo soy muy de probar platos tradicionales pero, vamos, mucha hambre tendría que haber estado pasando durante varios días para que alguien me encontrase comiendo semejante guarrada (dijo la chica de León que no tiene problema en comer callos).

cementerio Greyfriars Edimburgo / naturallynatalia.net

Antes de comer, entramos en el Museo Nacional, donde tienen a la oveja Dolly y está muy interesante porque es interactivo y te puedes tirar ahí horas sin ningún problema. Después de comer (algo que no eran Haggies), dimos un paseo, recorriendo la Royal Mile hasta el Castillo de Edimburgo y tuvimos la intención de recorrerla también en el otro sentido, para llegar al Palacio de Holyrood, que es la residencia en la ciudad de la Reina, pero hacía un frío impresionante y decidimos refugiarnos. Así acabamos en el Pub Banshee, un pub que parece un laberinto y tiene un cine clandestino..

Es simplemente imposible describir el encanto de esta ciudad. En el momento que pones un pié allí, parece que estás en un cuento o has retrocedido un par de siglos. Si encima eres fan de Harry Potter, te aseguro que estás en la gloria porque hay referencias y tiendas por toda la ciudad.

La única pega que yo le pongo a Edimburgo es el frío. Y lo llamo frío porque no encuentro otra palabra para definirlo con más exactitud. Frío es lo que tenemos en León en invierno, lo que tienen allí está a otro nivel. Dicen que al final te acostumbras y allí ves a la gente tan tranquila en manga corta o en falda y sin medias mientras tú estás envuelta en cuatro capas de ropa, asemejándote al muñeco de Michelin, y aún así tiritando de frío. Y encima las casas son tan antiguas que algunas ni tienen calefacción. Vamos, si ya se reían de mí porque pasaba frío en Córdoba, si yo viviese en Edimburgo me encontraban antes de una semana muerta por congelación (y de ahí que no fuese a sobrevivir más de una temporada viviendo en Invernalia).

Día 4

Este día nos reunimos con una compañera de mi amiga, que está haciendo el Erasmus en Edimburgo, para que ella nos enseñase lo que nos quedaba por ver y algunos otros rinconcitos interesantes. Empezamos subiendo a Calton Hill, donde están las Tres Vergüenzas de Edimburgo y desde donde hay unas vistas preciosas de la ciudad.

Calton Hill Edimburgo / naturallynatalia.net

Volviendo a la Old Town, visitamos la Catedral por dentro, donde se encuentra la estatua de John Knox, que fue el líder de la Reforma Escocesa, y luego hicimos otro tour, esta vez, como no podía faltar, de Harry Potter, donde nos llevaron más o menos a los mismos sitios que en el anterior pero contándonos las cosas que podían haber inspirado a J.K. Rowling, además del piso donde vivía cuando empezó a escribir los libros (que casualmente también vivió allí un tal William MCGONNAGALL, considerado el peor poeta de la historia), las cafeterías en las que solía escribir y la Universidad, que tiene equipo de Quidditch. ¿Quidditch? Sí, Quidditch, corren con un palo entre las piernas y la snitch dorada es una persona a la que hay que quitarle la cola. Con eso lo digo todo.

victoria street edimburgo / naturallynatalia.net

Nos llevaron de nuevo a Victoria Street, que se supone que inspiró el Callejón Diagón (digo ‘se supone’ porque todas las ciudades inglesas tienen una calle que aseguran que fue la inspiración para el Callejón, aunque, considerando que Rowling vivía en Edimburgo, parece tener sentido que esta lo sea) y el Cementerio, donde se encuentran las tumbas de Tom Riddell, Moody y McGonnagall, una cabaña idéntica a la de Hagrid, donde solía vivir un hombre gigante con su perrito Bobby, y desde donde se puede ver el colegio que inspiró Hogwarts.

Después de comer en Victoria St, dimos un paseo, visitamos una librería y descansamos en The Meadows, un gran parque que hay en el centro de la ciudad. Cenamos temprano en un pub y luego fuimos a otro pub, el Finnegans Wake Edinburgh, que es uno de los más típicos entre los universitarios.

Para terminar el viaje, como nuestro vuelo salía muy temprano, decidimos ahorrarnos la noche de alojamiento e intentar dormir un poco en el aeropuerto, pero hacía mucho frío y el suelo estaba muy duro así que eso no fue posible.

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