5 trucos para comenzar a hacer ejercicio regularmente
¿Cuántos os propusisteis empezar a hacer ejercicio cuando empezó septiembre y quedó atrás la locura del verano? ¿Cuántos empezasteis realmente? Y, lo más importante, ¿cuántos seguís haciéndolo?
Hacer ejercicio de forma regular tiene muchos beneficios y es un hábito clave para llevar un estilo de vida saludable pero, por razones obvias, es un hábito que nos cuesta mucho comenzar y, sobre todo, mantener. A menudo porque nos ponemos objetivos poco realistas, porque nos es difícil encontrar tiempo en nuestra rutina o porque, más que algo que debería hacernos sentirnos bien, supone todo un sacrificio. En esta entrada te dejo 5 trucos para comenzar a hacer ejercicio de forma fácil de incorporar y de mantener:
1. Escoge algo que te guste.
No a todo el mundo le gusta ir al gimnasio o salir a correr. De hecho, yo diría que a poca gente le gusta eso. A mi desde luego, no. Pero para hacer ejercicio no necesitamos apuntarnos a un gimnasio ni hacer una actividad que no nos guste. Lo mejor, y lo que va a determinar que lo hagamos de forma habitual, va a ser que lo disfrutemos (aunque solo sea un poquito) y nos haga sentir bien, y para ello tenemos que pensar muy bien el tipo de actividades que nos pueden gustar y tener claras nuestras preferencias:
- Solos o en compañía: hay gente que prefiere estar a su rollo cuando hace ejercicio, otros que de esa forma se aburren y, por lo tanto, se pueden beneficiar de apuntarse a alguna clase donde tengan con quien socializar y que sea más ameno, pero también es muy importante saber si necesitamos tener a una persona ante la que “responder” para así sentirnos más obligados a presentarnos (puedes leer más sobre esto aquí). En este caso el apuntarse a una clase puede ir genial pero también simplemente el quedar con un amigo para andar, correr o hacer la actividad que sea.
- En casa, un centro o al aire libre: ir al gimnasio en invierno a las 8 de la mañana le da pereza a todo el mundo. Aún así, hay gente que lo hace, pero si no es lo tuyo porque no te apetece o, simplemente, no te gusta el gimnasio, también hay muchas series de ejercicios que se pueden hacer en casa sin ningún tipo de equipo o con cosas muy básicas.
- Tipo de actividad: esto al final va a ser lo más importante. Si quieres mejorar la fuerza, vas a necesitar ir al gimnasio, pero si tu objetivo es simplemente estar activo tienes muchos tipos de actividades, que son muy distintas a ir al gimnasio a hacer máquinas: clases de baile, Pilates, yoga, aerobic, practicar algún deporte, salir a andar, nadar… La forma de encontrar lo que te gusta es probar varias cosas y, obviamente, no rendirnos el primer día, porque los primeros días siempre son duros.
2. Conveniencia
A la hora de programar cuándo vas a hacer ejercicio (y ya te dije aquí que es muy importante programar la hora y el tiempo que te va a llevar) hay que tener en cuenta nuestros horarios pero, sobre todo, nuestros niveles de energía. Como expliqué en esta entrada, según nuestro biorritmo, podemos ser diurnos o nocturnos y, en lugar de ir en contra de ello y hacer lo que parece más convencional, deberíamos ajustarnos a ello y sacarle partido. Si tu biorritmo es nocturno, da igual cuánto te propongas madrugar para ir al gimnasio, no va a pasar con regularidad, y si pasa, lo vas a odiar. De la misma forma, si eres diurno pero decides hacer ejercicio por la tarde al salir del trabajo, quizá sientas que te falta energía. Por eso es importante conocernos y tratar de estructurar nuestro horario según nuestro biorritmo para sacarle el máximo partido.
Si vamos a ir a un centro, escoge bien que te sea conveniente ir. Está muy bien apuntarse al mejor gimnasio de la ciudad, pero si para ello cada vez que tengas que ir tienes que coger el coche o pegarte una caminata, entenderás que las posibilidades de que lo hagas van a disminuir drásticamente. Escoge algún sitio cerca de donde vives o cerca del trabajo si, por ejemplo, tienes pensado ir al salir de trabajar. O cerca de la escuela de música donde dejas a tus hijos por las tardes, para aprovechar mientras están en clase. Ya me entiendes, ponte las cosas fáciles.
3. Empieza poco a poco
Suena muy bien proponernos que a partir de ahora vamos a entrenar todos los días de la semana durante 1 hora pero, probablemente, eso pase, como mucho, la primera semana. Eso es muy intenso y factores como: las agujetas, el cansancio y que, si nunca has hecho nada, aguantar 1 hora de ejercicio intenso (o no tan intenso, depende cómo estés) te va a costar sudor y lágrimas, no disfrutarás y luego estarás destrozado y no te sentirás bien. Empieza poco a poco, para ir cogiendo el hábito de hacer ejercicio y darle tiempo a tu cuerpo a que se acostumbre. Por ejemplo, dedica diez minutos en casa a hacer una serie de sentadillas y abdominales mientras estés viendo la tele. Poco a poco irás cogiendo resistencia y fuerza, mejorarás la técnica y podrás ir aumentando el tiempo y la intensidad. De esta forma te será más fácil disfrutar de ello porque lo que hagas, lo harás bien.
En mi primer día de Pilates comencé a temblar descontroladamente a los 5 minutos de empezar el calentamiento y así continué el resto de la clase. Eso, unido a la falta de elasticidad que tenía, hizo que la mitad de los ejercicios fuesen un suplicio. Pero, claro el mayor ejercicio que hacía en aquel momento era la ocasional carrera que pegaba si el autobús de la universidad hacía amago de irse sin mi. Sin embargo, en la segunda clase los temblores no aparecieron hasta la mitad y en las siguientes, cada vez un poco más tarde. Si me hubiese dejado llevar por el desastre de aquella primera clase, no habría continuado porque lo último que hice fue disfrutarla.
4. Regularidad
Para completar el apartado anterior, aunque al principio le dediques poco tiempo, intenta hacer algo todos los días. De esta forma crearás la rutina y formarás un hábito. Recuerda, es mucho más importante lo que hacemos cada día que lo que hacemos de vez en cuando. Y haciéndolo de forma regular es cuando observaremos mejoras más rápidas y experimentaremos los beneficios. Esto no significa que tengas que ir al gimnasio todos los días, simplemente procura hacer algo para mantenerte activo cada día, aunque solo sea dar un paseo o subir las escaleras en lugar de usar el ascensor. A mucha gente le puede motivar también el mantener una racha e intentar no romperla.
5. No te pongas objetivos grandes
Igual de importante que empezar poco a poco, lo será no ponerte objetivos muy difíciles de alcanzar. La mayoría de la gente se apunta al gimnasio con la idea de ver una gran diferencia en su peso o en su musculatura a las dos semanas y, claro, cuando ven que no es así, después de haber entrenado como animales, pierden la motivación y terminan dejándolo. No te pongas objetivos tan altos y, más que fijarte en el número de la báscula, valora los beneficios a nivel personal/emocional: si te sientes con más energía, más elasticidad, más fuerza, duermes mejor, tienes mejor estado de ánimo… De esa forma, si aprecias estos beneficios en lugar de frustrarte por no bajar X kilos, sentirás más motivación para continuar porque te hace sentir bien y no correrás el riesgo de dejarlo una vez que hayas alcanzado tu objetivo.
¿Tienes más trucos que te haya resultado útil a la hora de comenzar a hacer ejercicio? ¡Compártelos en los comentarios!