¿Por qué cuesta tanto romper algunos hábitos?

¿Por qué cuesta tanto romper algunos hábitos?

Vuelvo con uno de mis temas favoritos: los hábitos; pero esta vez, en lugar de enfocarlo en cómo incorporar nuevos hábitos (puedes leer sobre ello aquí y aquí) voy a centrarme en cómo romper viejos hábitos. Y es que el mayor problema a la hora de incorporar hábitos saludables está precisamente en romper los que ya tenemos. Todos conocemos la teoría, los beneficios y lo que tenemos que hacer, por ejemplo, para dejar de fumar, beber, comer tantos dulces o ultraprocesados, ¿por qué entonces nos cuesta tanto hacer cambios que sean duraderos?

Si tenemos problemas a la hora de romper un hábito o incorporar uno nuevo siempre escucharemos dos cosas: “te falta motivación” o “te falta fuerza de voluntad”. Pues no es así. O al menos no es lo único que juega un papel, ni lo más importante.

Desde luego, la motivación es muy importante, pero es importante para que te propongas hacer ese cambio, ya sea por motivos de salud, imagen, bienestar o lo que sea. Desafortunadamente, la motivación no es duradera. Podemos estar muy motivados en el momento que nos planteamos el cambio, incluso los primeros días, pero una vez que la novedad del cambio se pasa, la motivación también lo hace y entonces es difícil encontrar las ganas de continuar si no nos hemos puesto el camino fácil. Y cuando esto ocurre, la fuerza de voluntad va a ser difícil de utilizar, si todo lo que nos rodea y nuestros propios pensamientos están jugando en nuestra contra.

Esto me lleva a los 4 principales factores que hacen que sea tan difícil romper un hábito: el tipo de hábito, los beneficios a largo plazo, la dificultad y los factores ambientales que nos rodean.

El tipo de hábito

Principalmente podemos encontrar dos tipos de hábito. Están aquellos que se forman por repetición y que terminamos haciendo prácticamente en piloto automático y sin dedicarles mucha atención. Estos pueden ser los que componen nuestra rutina matutina o nuestro camino al trabajo. Seguro que alguna vez has emprendido el camino al trabajo o a otro sitio que frecuentes y cuando has llegado allí te ha invadido esa sensación de “no tengo ni idea cómo he llegado hasta aquí”. Lo has hecho tantas veces que no te tienes que parar a pensar en si tienes que girar a la derecha o a la izquierda, simplemente lo haces sin tener que tomar esa decisión.

El otro tipo de hábito son aquellos que van acompañados de una recompensa y asociamos con ellos una sensación de placer o bienestar, como son fumar, beber alcohol o tomar un dulce. Estos son más difíciles de romper debido a la presencia de dopamina, que es un neurotransmisor que se encarga de proporcionar esta sensación de bienestar y hace que cuando intentemos romper ese hábito, nos invada una fuerte sensación de anhelo por ese chute de placer. En este se incluyen las adicciones.

Beneficios a largo plazo

Cuando tenemos que elegir entre un beneficio inmediato o un beneficio a largo plazo, solemos decantarnos por el beneficio a corto plazo. Quizá te hayas propuesto no comer dulces para bajar de peso y la pérdida de peso es el beneficio a largo plazo, sin embargo, comerte ese donuts te va a hacer muy feliz ahora (al menos mientras lo estás comiendo), por lo que es más probable que escojas comerte el dulce. De la misma forma, sabemos cuáles son los beneficios de hacer ejercicio, pero saltarte hoy el gimnasio y ver Netflix es lo que te apetece y lo que te va a producir una satisfacción inmediata. Y es que los primeros días de gimnasio o de hacer cualquier ejercicio si no estamos acostumbrados son duros y a veces es difícil tener presentes los beneficios a largo plazo que nos traerá cuando el esfuerzo es tan alto en el momento.

Esto podemos extrapolarlo a otras áreas. Quizá tu objetivo a largo plazo sea ahorrar dinero pero vamos a infravalorar la sensación que tengamos cuando hayamos ahorrado ese dinero, comparado con la de comprarte ese abrigo nuevo en este momento.

Dificultad percibida

Nuestra mente y nuestros pensamientos juegan un papel clave en que vayamos a ser capaces o no de romper un hábito o de incorporar uno nuevo. Si desde el principio empezamos a repetirnos que va a ser muy difícil, que no vamos a ser capaces, quizá porque ya lo hemos intentado con anterioridad y hemos fracasado, o porque no es el momento adecuado o hay muchos factores a tu alrededor que te lo van a impedir, al final todo eso termina por cumplirse. Con este monólogo interior vas a crear más estrés y presión alrededor de ese cambio, vas a perder motivación porque no te crees capaz y vas a convencerte de que tú no tienes el control y, por lo tanto, no sirve de nada intentarlo. Por lo general, las cosas no son tan difíciles como nosotros las imaginamos.

Factores ambientales

Cuando hemos tenido un hábito durante mucho tiempo, es probable que haya ciertos factores ambientales que asociamos con él y que nos incitan a hacerlo, incluso sin que seamos conscientes de ello. Estos factores pueden ser de diversos tipos como visuales, sociales, rutinarios… Si tenemos el hábito de tomar un trozo de chocolate después de cada comida o una pastita con el café, cada vez que se de esa situación te va a apetecer ese alimento.

Por otro lado, un ejemplo visual sería el que ya he mencionado otras veces, podemos proponernos no comer chocolate pero si tenemos una tableta a la vista, va a ser mucho más difícil resistirnos que si no la vemos (o todavía mejor, si no la compramos). Y, si vamos de comida y todo el mundo se pide postre, es muy probable que tú te lo pidas también, ya sea porque te apetezca al ver a todo el mundo haciéndolo o por no ser el único que no pide postre, incluso aunque te hayas propuesto no hacerlo. Muchas veces, solo por no escuchar los comentarios de los demás, tomamos decisiones que no queremos.

Qué hacer

Como he dicho muchas veces, todos somos distintos y a la hora de romper viejos hábitos y formar nuevos tenemos que tener muy presentes cómo somos (¿recuerdas las Cuatro Tendencias?) y nuestras circunstancias individuales e intentar ponernos las cosas lo más fáciles posibles para que el riesgo de fracasar sea menor. No dejes que te digan que algo hay que hacerlo de una forma concreta porque la verdad es que aunque a la gente le guste presumir mucho, nadie te conoce mejor que tú y nadie sabe lo que te funciona a ti mejor que tú. Así que tienes que escucharte primero a ti mismo y luego, ya si eso, tomar consejo de los demás, pero sin perder nunca que tiene que funcionar contigo.

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