Probablemente hayas oído un millar de veces la expresión “desayuna como un rey, come como un príncipe y cena como un mendigo”. Pero ¿cuánta verdad hay en esta frase? ¿Es el desayuno la comida más importante del día, tal y como nos hacen creer?
Para empezar, esta entrada no es un debate sobre si es mejor desayunar o no desayunar. Hay gente a la que saltarse el desayuno le puede llevar a tener más hambre a lo largo del día. Mientras que habrá gente que note ciertos beneficios al saltarse esta comida. Según un estudio realizado por la Universidad de Cornell, ni desayunar adelgaza ni saltarse el desayuno engorda. Además, otro factor que hay que tener en cuenta es la actividad física que realizamos cada uno. Como he dicho muchas veces en este blog, cada persona es distinta. Lo importante es saber lo que te sienta bien a ti.
Entonces ¿cuál es el propósito de esta entrada? Sencillo. Debatir esa idea errónea de que en el desayuno tenemos que hincharnos para afrontar con energía nuestro día a día. Esto no es así. El desayuno es una comida más, de hecho, la comida más importante del día sería precisamente la comida, que es donde ingerimos la mayor parte de las calorías.
¿Por qué tenemos este concepto de que el desayuno es la comida más importante?
Esta idea de que en el desayuno tenemos que atiborrarnos viene fomentada por, nada menos, que la industria alimentaria. Al fin y al cabo, es más fácil que compremos muchísimos productos poco saludables para el desayuno que para otra comida. ¿Cuántos paquetes de distintos tipos de galletas tenemos en casa? ¿O cuántos tipos de cereales, cada uno con sus diferentes propiedades milagrosas? Nos venden que no hay nada mejor para los niños que empezar el día tomando Cola Cao o una tostada con nocilla; y que las galletas digestivas y los cereales nos van a ayudar a cuidar la línea o bajar el colesterol. Sin embargo, es todo un engaño. Como vimos en esta entrada, este tipo de productos están altamente procesados y contienen un bajo porcentaje de fibra y una alta concentración de azúcares.
Además, no hay que fiarse mucho de los estudios sobre si es mejor desayunar o no porque raramente controlan los alimentos que se desayunan (además de que muchos de ellos suelen estar patrocinados por compañías alimentarias). Es por ello que el mayor problema del desayuno y, probablemente la razón por la que algunas personas verán un beneficio al eliminarlo, es la abundancia de productos poco saludables que podemos llegar a ingerir en esta comida. Solo en el desayuno podemos sobrepasar con facilidad las recomendaciones máximas de azúcar que propone la OMS.
Otro problema que encontramos es la poca variedad de alimentos que componen nuestros desayunos. Ni se te ocurriría comer todos los días lo mismo. Sin embargo, puedes desayunar todos los días la misma tostada con mantequilla y mermelada sin problema. Lo que es comprensible. Nada más levantarnos no apetece precisamente ponernos a pensar qué vamos a desayunar. Igual que nadie quiere levantarse y ponerse a cocinar o madrugar un poco más para preparar el desayuno. Por todo ello, acabamos optando por desayunos rápidos y simples, es decir, los productos que nos facilita la industria alimentaria. Es todo por conveniencia, aunque también por costumbre. ¿Habría algo malo en desayunar las sobras de la cena del día anterior? Lo entiendo. Un plato de sardinas por la mañana no es precisamente apetitoso, pero hay otras muchas opciones.
Entonces, ¿cómo deberían ser nuestros desayunos?
La verdad es que no existe un desayuno ideal. Igual que todas las demás comidas, el desayuno debería basarse en alimentos reales. También habría que tener presente que un buen desayuno no tiene por qué ser todo hidratos de carbono como solemos hacer. Tampoco hay que pensar que el desayuno perfecto es el típico zumo+leche+cereal refinado que siempre nos han vendido. De hecho, empezar el día con tanto hidrato de carbono refinado puede favorecer que nos entre más hambre durante el día. En estos casos, tenderemos a optar por productos similares para picar entre horas. Desayunos formados por alimentos reales, ricos en fibra, proteína y grasas cardiosabludables nos van a ayudar a mantenernos saciados durante más tiempo.