Probióticos y prebióticos ¿qué son?

Probióticos y prebióticos ¿qué son?

La salud intestinal está estrechamente relacionada con condiciones como la Diabetes tipo 2, enfermedades coronarias, Síndrome Metabólico y obesidad. Cuando no se sigue una dieta saludable, se sufre de estrés, no se duerme bien, se lleva un estilo de vida sedentario o se están tomando antibióticos (estos atacan tanto a bacterias malas como buenas), pueden ocurrir desajustes en la microbiota intestinal. Estos desajustes consisten en un crecimiento de “bacterias malas”, mientras que la concentración de “bacterias buenas” se reduce. Cuando esto ocurre se pueden experimentar problemas gastrointestinales como estreñimiento, diarrea, gases o indigestión. El consumo de probióticos y prebióticos puede ayudarnos a contrarrestar estos efectos.

¿Cómo nos benefician los probióticos y prebióticos? 

Los probióticos y prebióticos trabajan conjuntamente para estimular el crecimiento de bacterias buenas. Por eso, cuando se sufre de alguno de estos problemas intestinales, es importante que estos estén presentes en nuestra alimentación para asegurar la salud de nuestra microbiota. Su consumo también puede aportar beneficios si se sufre de alergias, Síndrome de Intestino Irritable, colesterol, presión arterial alta, intolerancia a la lactosa, inflamación intestinal crónica, sobrecrecimiento bacteriano, úlceras por Helicobacter pylori y eczema, entre otros. Pero ¿qué son los probióticos y prebióticos y en qué se diferencian?

Probióticos

Los probióticos son alimentos que contienen bacterias y levaduras buenas que, ingeridas en cantidades adecuadas, ayudan a mantener la salud intestinal, creando un equilibrio entre bacterias buenas y bacterias malas. Su consumo ayuda a fortalecer la salud, combatiendo enfermedades, la inflamación y reforzando el sistema inmune. Existen muchísimas cepas, cada una especializada en distintas funciones. Las más conocidas y utilizadas son las pertenecientes a los géneros Lactobacillus y Bifidobacterium.

Fuentes de probióticos:

  • Vegetales fermentados: como chucrut, pepinillos y kimchi. Sin embargo, hay que tener en cuenta que no es lo mismo que hayan fermentado de forma natural a que se les hayan añadido grandes cantidades de sal y vinagre. Estos últimos no son probióticos. Para que lo sean tienen que ser las bacterias las que realicen la fermentación, si no, no estarán presentes.
  • Yogures: tanto los lácteos como los no lácteos, pero no los pasteurizados, pues se han eliminado todas las bacterias presentes.
  • Kéfir: de leche o de agua.
  • Pan de masa madre.
  • Miso: una pasta hecha a base de semillas de soja fermentada que se utiliza como condimento.
  • Kombucha: bebida ácida obtenida a partir de té endulzado fermentado. Se ha puesto de moda pero hay que tener cuidado porque puede llevar mucha cantidad de azúcar.

Prebióticos

Los prebióticos son compuestos que el cuerpo no puede digerir (fibra), que pasan enteros al colon y allí son fermentados por las bacterias buenas. Es decir, sirven de alimento para estas y estimulan su crecimiento y actividad. Los prebióticos suelen estar presentes de forma natural en muchos alimentos de origen vegetal como cebollas, ajos, legumbres, espárragos, alcachofas o cereales integrales. Consumidos en conjunto con los probióticos, incrementan la acción de estos. Por eso es importante que ambos estén presentes en nuestra alimentación.

 

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