¿Por qué el corte de digestión es un mito?
Hoy vamos a hablar de un tema que se vuelve muy popular en verano y trae de cabeza a los más pequeños, y es el famoso corte de digestión y la idea de que hay que esperar dos horas después de comer antes de poder bañarse para evitarlo. Vamos a ver si tiene algo de verdad pero, principalmente, por qué el corte de digestión no es más que un mito veraniego.
¿Por qué el famoso corte de digestión es un mito?
En primer lugar, porque está mal llamado, ya que en ningún momento se corta la digestión. Realmente esta situación se denomina hidrocución o shock termodiferencial. En segundo lugar, precisamente por eso, porque la causa no es haber comido, sino un cambio muy brusco de la temperatura corporal que puede producir un síncope al disminuir drásticamente la frecuencia cardíaca y que los vasos sanguíneos se estrechen y no llegue suficiente sangre al cerebro. Algo que puede resultar muy peligroso si se está en el agua.
Sin embargo, para que esto ocurra, el agua debe estar muy fría o nuestra temperatura corporal muy alta, por ejemplo, porque hayamos estado tomando el sol, haciendo ejercicio o la temperatura ambiental sea elevada. Y, lo más importante, esto ocurre cuando, dándose estas circunstancias, nos metemos de golpe. Y puede ocurrir tanto si acabamos de comer, como si hemos aguardado las dos horas de reglamento.
¿Tiene algo de cierto?
Lo más probable es que este mito surgiese debido a que uno de los síntomas que aparecen cuando se está sufriendo una hidrocución (cualquiera que se haya desmayado alguna vez lo sabrá) son las nauseas o, incluso, vómitos. Esto hace bastante normal que la gente concluyese que se debía a que se veía afectado el sistema digestivo pero no está relacionado.
Lo que sí hay de cierto en todo esto (además de que después de comer es cuando más calienta el sol, lo que podría contribuir a que haya un mayor contraste de temperatura), es que las comidas copiosas también son un factor que favorece que se produzca un síncope, porque aumentan la temperatura corporal y hay más sangre involucrada en el proceso digestivo que, tras el cambio de temperatura, tiene que destinarse rápidamente para ‘recalentar’ el cuerpo y mantener la temperatura corporal en un umbral seguro; pero eso no significa que no nos podamos bañar, siempre y cuando tomemos las debidas precauciones.
¿Qué precauciones debemos tomar?
Podemos bañarnos cuando queramos, siempre que tengamos un poco de cuidado a la hora de entrar en el agua (especialmente si se da alguna de las condiciones que he mencionado). Debemos hacerlo despacio, mojando primero el cuello, las muñecas y los tobillos y luego las piernas, para dar a nuestro cuerpo la oportunidad de aclimatarse a este descenso de la temperatura.
También es recomendable permanecer un rato por la zona que no cubre y, si sentimos algún síntoma como nauseas, mareo, escalofríos, pitido en los oídos o visión borrosa, debemos salir rápidamente del agua. Los niños y los ancianos son los más sensibles a sufrir esta hidrocución, pero pueden bañarse también sin problema siguiendo estos pasos.
Conclusión
Lo de esperar dos horas después de comer para poder bañarse, seguro que se lo inventó un padre que quería dormir la siesta y se volvió viral por el buen resultado que daba, llenando a los niños de un temor tan grande que superaba incluso las ganas de jugar y pasarlo bien; pero solo es un mito y, desde luego, no hay ningún corte de digestión.
Báñate cuando quieras, pero usando la cabeza y vigilando a los más pequeños. Si tienes hijos y quieres que la siesta continúe siendo sagrada, puedes mantenerles en la ignorancia; y el día que les cuentes lo de los Reyes Magos, aprovechas y confiesas que durante esas interminables dos horas de aburrimiento en las que decías velar por su seguridad, solo querías dormir la mona. ¡Feliz verano, chicos, que este año nos lo hemos ganado!
