¿Son saludables los concentrados de caldo?

¿Son saludables los concentrados de caldo?

Las pastillas de caldo deshidratado son un básico en muchas cocinas. Son prácticos, muy fáciles de usar y cambian por completo el sabor de un plato. Somos muchos los que alguna vez nos hemos olvidados de echar la pastilla y luego el estofado no sabía a nada. Desafortunadamente, aunque para muchos se trate casi de un imprescindible, la composición de los concentrados de caldo no los hacen precisamente saludables.

¿Por qué los concentrados de caldo no son saludables?

No es ningún secreto que los concentrados de caldo contienen sal. Al fin y al cabo eso es lo que ayuda a potenciar el sabor de lo que cocinas, sin embargo, quizá no seas consciente de la gran cantidad que contiene. La OMS recomienda no superar los 5 gr diarios de sal y una pastilla puede contener perfectamente esa cantidad (dependerá de la marca). vale, nosotros normalmente no nos tomamos de una sentada todo lo que hayamos preparado con una pastilla, pero si haces las cuentas, dividiendo lo que te puede tocar, la sal que añades en otras comidas y la que está oculta en muchos alimentos que consumimos diariamente y en altas cantidades, como en el pan, quizá la estés sobrepasando. Además hay que recordar que 5 gr es la cifra límite, es mejor tomar menos (aunque no es recomendable eliminarla por completo para no descuidar el consumo de sodio y yodo).

Lo peor, es que identificar qué marca puede ser mejor no es tarea fácil porque en la tabla nutricional te pueden poner la información para que parezca menos y tengas que hacer algunas reglas de tres para sacar el contenido real de sal por pastilla.

Además de la sal, la mayoría de concentrados también suelen contener grandes cantidades de glutamato monosódico, un aditivo al que se le atribuye el síndrome de restaurante chino, que produce dolor de cabeza, presión en las sienes y rigidez en la nuca. Para sorpresa de todos, los concentrados de caldo también pueden presentar distintas formas de azúcar que contribuyen al sabor.

Por último, las grasas que se utilizan suelen ser de mala calidad, principalmente de palma, aunque hay algunas marcas que sí usan aceite de oliva virgen extra.

Alternativas

Por un lado tenemos los concentrados que son ‘bajos en sal’. Esto no quiere decir que tengamos carta blanca con ellos, porque siguen teniendo sal, grasas y quizá ingredientes de calidad cuestionable. Pero bueno, para disminuir la ingesta de sal pueden ser una opción.

Otra opción, que quizá te haya venido a la mente, son los caldos de tetrabrick, aunque tienen sus pros y sus contras. Lo bueno es que el contenido de grasa es bajo, así que no hay que preocuparse tanto por el tipo que hayan utilizado. Sin embargo, presentan el mismo problema con la sal que los concentrados y tienen una alta cantidad, por lo que también es mejor optar por aquellos bajos en sal. También debemos prestar atención a los ingredientes porque algunos, y esto es más común que pase en los caldos de pescado o carne, pueden especificar y alardear del tipo que se ha usado, mientras que otros no serán tan específicos, ocultando tras un ‘caldo de pescado’ que hayan utilizado pescado baratejo o que una gran parte de la composición sea en realidad almidón, para que el caldo tenga una textura más espesa sin necesidad de añadir más carne. (me viene a la mente Arguiñano diciendo ‘ahora con pollo de verdad’ y me pregunto qué le echaban antes al caldo de pollo que al parecer era pollo de mentira). Por supuesto, todo esto se verá reflejado en el precio.

Conclusión

Siempre que sea posible será mejor opción hacerlo casero, controlando las cantidades del sal y escogiendo grasas saludables; pero si, ya sea por tiempo o ganas, decidimos comprarlos debemos tener cuidado de no abusar de ellos para que no se dispare nuestro consumo diario de sal. Una buena opción es comprar los que son ‘bajos en sal’. Otra es reducir la cantidad que añadimos. Por ejemplo, echar solo media pastilla. Quizá al principio lo notemos un poco, pero el paladar se irá acostumbrando hasta que no necesite sabores más intensos (igual que pasa con el azúcar). Y, por supuesto, debemos prestar atención a los ingredientes y la tabla nutricional para identificar cuáles son mejores opciones y no dejarnos engañar por palabras como ‘artesanal, ‘casero’ o ‘natural’, que son una simple estrategia de marketing que no nos indica para nada qué concentrados de caldo son saludables y cuáles no.

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