¿Es realmente necesario tomar suplementos?
Actualmente nos gastamos un dineral en vitaminas, minerales y suplementos que prometen mejorar nuestra salud pero ¿de verdad es necesario tomar suplementos? Para empezar hay que tener claro que un suplemento solo debería hacer eso, suplementar una dieta y estilo de vida saludables. No podemos esperar que teniendo unos hábitos malos, tomar suplementos nos libre de cualquier mal. Deberían usarse solo para tratar deficiencias o mejorar nuestro funcionamiento en periodos de estrés o enfermedad; si no, habría que limitar su consumo, pues en altas cantidades también pueden ser perjudiciales. Además, es una industria en la que hay muy poca regulación ya que es muy grande y muchos se basan en “son sanos hasta que se demuestre lo contrario”.
Problemas de tomar suplementos
No todos los suplementos aportan vitaminas que podemos absorber y hay que optar por los de calidad. Tomar un multivitamínico cualquiera, como dice Sheldon Cooper en The Big Bang Theory, solo hará que tu orina sea más cara. Algunos estudios, de hecho, han demostrado que tomar suplementos de vitamina B durante un largo periodo de tiempo puede incluso causar daños. En cuanto a los antioxidantes, como vitaminas A, C y E, no sirven de nada y también pueden llegar a ser dañinos. Y es que, muchos antioxidantes, en altas cantidades, se pueden volver prooxidantes y tener precisamente el efecto contrario del que queremos.
En un estudio sobre los suplementos de calcio se vio que no había diferencias en cuanto a fracturas entre las mujeres que los tomaban y las que no. Al contrario, las que los tomaban desarrollaron más piedras en el riñón.
Es cierto que hoy en día los suelos carecen de los minerales que tenían antes y que, por lo general, la comida tarda mucho en llegarnos, lo que también disminuye la cantidad de nutrientes en los alimentos. Sin embargo, por lo general, siguiendo una buena alimentación, no tendría por qué haber problema a la hora de obtener los nutrientes suficientes, por lo que tomar suplementos no sería realmente necesario. Otra cosa es que influyan factores como el estrés crónico o la exposición a toxinas en cuyo caso, podría recomendarse la suplementación durante un periodo concreto hasta que los niveles vuelvan a ser adecuados.
Las siguientes son las deficiencias más comunes y sus síntomas:
- Zinc: sistema inmunitario débil, cabello y uñas frágiles, manchas blancas en las uñas, deterioro de los sentidos del gusto y del olfato, las heridas tardan en cicatrizar, diarrea, problemas de la piel, hipotiroidismo. Común en vegetarianos y veganos, celíacos, mujeres embarazadas o que toman anticonceptivos orales, personas mayores, alto estrés y personas que sudan mucho (incluido atletas).
- Magnesio: calambres musculares, dolores de cabeza, cambios de humor, ritmo cardíaco anormal, síndrome de piernas inquietas, perdida de apetito, nauseas, vómitos, fatiga, ansiedad y depresión. Común en personas que consumen mucho alcohol, personas que padezcan de diabetes tipo II o problemas digestivos, gente mayor y atletas con una dieta pobre.
- Yodo: hipotiroidismo, aumento de la frecuencia cardíaca, falta de aliento, aumento de peso o dificultad para perderlo (incluso con una alimentación y actividad física adecuadas). Común en gente que no consume sal yodada, mariscos, pescado, ni algas y consume muchos alimentos procesados.
- Hierro: anemia, debilitamiento de cabello y uñas, lengua pálida, sistema inmune débil, latidos irregulares, falta de aliento, dolores de cabeza, cosquilleo en manos y pies, fatiga y cansancio. Común en veganos y vegetarianos, mujeres embarazadas o durante la menstruación, personas con una dieta pobre.
- Vitamina D: debilidad muscular, pérdida ósea, mayor riesgo de fracturas, poca energía, desajustes hormonales, artritis, depresión. Común en mujeres que rehuyen el sol, personas con sobrepeso, piel oscura y gente mayor.
- Vitamina B12: anemia, deterioro de la función cerebral, poca energía, cosquilleo en manos y pies, depresión, ansiedad, infertilidad. Más común entre veganos y vegetarianos y personas mayores.
La mayoría de estas se arreglan con una alimentación adecuada. Los suplementos recomendados son la vitamina D, pues es más difícil obtenerla de los alimentos, especialmente en invierno cuando nuestra exposición al sol es escasa; y el Omega 3 en forma de aceite de pescado. Aunque en mi opinión,, en lugar de aumentar los niveles de Omega 3 deberíamos intentar reducir los de Omega 6 (en esta entrada explico por qué), y eso se consigue con la alimentación.
Conclusión
La cuestión es que todos somos diferentes y lo que deberíamos tomar y la cantidad van a variar. Si sientes alguno de estos síntomas y sospechas que puedes tener una deficiencia, habla con tu médico para que te haga las pruebas correspondientes y te indique la dosis adecuada para tus necesidades. De nuevo, los suplementos no deberían tomarse a la ligera y no deberían ser algo que se toma a lo largo del tiempo, sino para cubrir una necesidad puntual. Y, desde luego, no podemos utilizar los suplementos como una excusa para seguir una alimentación poco saludable.
Espero que esta entrada te haya servido para aclarar el tema de si es necesario o no tomar suplementos y entender que no hay realmente ninguna razón para hacerlo si no se sufre alguna deficiencia.