Todos hemos oído el término “barriga cervecera”, sin embargo, cuando a alguien le dices que el alcohol realmente engorda nunca parece estar del todo convencido, lo que es normal, porque es una respuesta que no suele gustar.
¿Por qué engorda el alcohol?
El alcohol aporta 7 kcal por gramo, por tanto, el total de calorías dependerá de la graduación de la bebida. Esta cifra es mayor que la de hidratos de carbono y proteínas (4 kcal) y menor que la de grasas (9 kcal). Sin embargo, estos macronutrientes también aportan nutrientes que nuestro cuerpo necesita, mientras que el alcohol solo proporciona calorías vacías.
El alcohol es una gran fuente de energía directa y es absorbido por la pared del estómago pasando así a nuestro torrente sanguíneo. Cuando el estómago está vacío, este proceso se realiza muy rápidamente. En el caso de que antes se ingiriese algún alimento, esto ralentizaría un poco su absorción, especialmente cuando se trata de alimentos ricos en grasas y proteínas. Por el contrario, la cafeína y las bebidas carbonatadas aumentarían la velocidad de absorción.
En el hígado, el etanol es transformado en acetato, un compuesto tóxico para el cuerpo. Esto provoca que el organismo trate de deshacerse de él, tomando prioridad sobre otras sustancias para ser metabolizado. Cuando esto ocurre, se interrumpe la oxidación de grasas y de hidratos de carbono y se facilita su almacenamiento. Como el alcohol proporciona mucha energía de golpe, nuestro organismo no necesitará crearla a partir de estas otras sustancias y las acumula como grasa. Además, como proporciona mucha más energía de la necesaria, la que no utiliza también la almacenará como grasa, como ya vimos en esta entrada.
Se suele decir que en sí mismo el alcohol no engorda. Esta idea viene respaldada por el hecho que que el acetato que se produce en el hígado luego se transforma en dióxido de carbono y agua, y ninguno de estos compuestos puede causar un aumento de peso. Hasta ahí es comprensible. Pero vamos a ver, si además interrumpe la oxidación de grasas y carbohidratos, facilitando su acumulación, y produce tanta energía que va a haber que almacenar una parte como grasa, yo creo que se puede confirmar que sí engorda.
¿Qué otros problemas puede causar?
Toda esta grasa formada tiende a almacenarse como grasa visceral, es decir, la que recubre los órganos y se encuentra en la zona del abdomen. De esta forma se crea la famosa barriga cervecera (sobre todo en hombres a partir de los 30 años, cuando el metabolismo empieza a disminuir). Es a esta grasa visceral a la que principalmente se le atribuyen los riesgos cardiovasculares más severos.
El alcohol, además, afecta a los niveles de azúcar en sangre, causando hambre; deshidrata y disminuye los niveles de testosterona y aumenta los de cortisol, lo que favorece la acumulación de grasa visceral. En mujeres aumenta los niveles de estrógeno y disminuye los de progesterona, además de agotar nutrientes como las vitaminas A, B, C y el zinc. Cabe destacar que los hombres metabolizan el alcohol con mayor facilidad. Además, los ciclos menstruales pueden afectar a cómo nuestro cuerpo reacciona frente al alcohol.
¿Por qué existe tanta controversia?
El problema es que son muchos los beneficios que se le ha atribuido a tomar una cerveza o una copa de vino al día. A pesar de que cualquiera de esos beneficios se puede obtener de una alimentación adecuada. Sí, se puede haber visto que el vino tinto disminuye los niveles de LDL, pero ¿de verdad es un beneficio si el alcohol que contiene favorece el desarrollo de cáncer? ¿No es mejor una alimentación rica en frutos secos, verduras y legumbres que también lo reducirán?
Esto no quiere decir que no se pueda tomar una copa de vino o una cerveza de vez en cuando. Lo que no se puede hacer es utilizar sus supuestos beneficios como excusa para hacer de su consumo un hábito diario. Especialmente porque todos estos beneficios se suelen sacar de estudios con nutrientes aislados. Mucha gente toma sin falta una copa de vino al día y cuando lo señalas, se justifican diciendo que como tiene resveratrol, es bueno para el corazón. Sin embargo, no les verás tomar un puñado de uvas a pesar de tener el mismo antioxidante. Porque, obviamente, siempre escogemos lo que más nos gusta. Lo peor es que los médicos fomentan este hábito, convenciendo a la gente de que están cuidando su salud. Y no es así.